Nuestro compañero Angel Luis Salamanca se fue a finales de Abril de este año con su compañero Jao Garcia a Nepal, con la idea de abrir una nueva via en un seis mil virgen cerca de Lobuche.
A su vuelta, Angel nos cuenta su experiencia:
A finales de Abril nos dirigimos a Nepal con la idea de subir la imponente cara norte del Lobuche West, pero un desprendimiento en su pared, nos hizo cambiar de planes y fijarnos en un pico virgen y sin nombre, de unos 6080 metros de altura y 900 metros de desnivel. Este pico se encuentra en el Changri Nup Glacier, muy cerca del Everest. Es un valle casi virgen y muy poco visitado.
Partimos de la localidad de Lobuche , a unos 4900 metros de altura. Llevamos en dos días, el material para poder montar el campo base en una zona sin rocas a unos 5100 metros. Fue muy duro, 10 horas de caminata cada día, nevando, con la meteorología en nuestra contra, el peso a nuestras espaldas y una morrena infernal que se encuentra en este valle. Pero ya estamos asentados y listos para la aventura.
Comenzamos a caminar a las 3 de la madrugada, con los frontales puestos. Solo se oyen nuestros pasos y el cantar de las perdices nivales, habitantes de esta zona. La primera silueta que se ve al salir el sol es la del Everest. La vía empieza con buena nieve, pero al salir el sol, rápidamente se empieza a reblandecer. Comenzamos con unos 55 o 60 grados de inclinación, para según vamos avanzando, ponerse hasta los 70 grados de media y 80 grados al final, con un hielo durísimo y las mochilas a nuestras espaldas para hacer un vivcac. El peso de la mochila con los enseres del vivac (que al final no usamos) y los 6000 metros de altura, iban pasando factura. Pasamos de hacer los largos al tope de cuerda, a hacerlos de 15 metros. Metíamos dos o tres tornillos y nos colgábamos a descansar. La protección era sobre todo con tornillos de hielo, pero alguna roca aparecía en el lugar, con alguna fisura donde poder colocar nuestros Totem Cams o algún Basic, que entraban a cañón.
Cuando llegamos a la arista cimera, nos empezó a caer copos de nieve bien gordos, que taparon rápidamente las grietas que había en el suelo, causándome la caída en una de ellas y agarrándome con los brazos abiertos para no irme hasta el fondo. Calculamos mal la ruta y aparecimos como a unos 30 metros a la izquierda de la cima. Tan cerca, pero tan lejos, con nieve fresca y sin poder ver bien, decidimos volver a bajar con el mismo peso de las mochilas que nos habían fastidiado tanto en la subida. A punto estuve de tirarla de una patada para encontrármela después abajo, pero lo pensé mejor y no hice el tonto.
A las 6 de la tarde, mas secos que una pasa, de no haber bebido casi agua, llegamos al campo base. Dejamos las mochilas apoyadas en una piedra dejando que se tapasen por la nieve que caía. Nos metimos en los sacos de dormir para relajarnos hasta el día siguiente, pero el dolor que tenía en los dedos de dar cramponazos contra aquel hielo tan duro, no me dejo dormir nada.
Por la mañana, estaba todo tapado de la nieve recién caída, el sol salió, nos atrapó y Morfeo nos dejo dormir un poco.
Aunque no llegamos a la cima por muy poquito, nos quedamos con el buenísimo sabor de boca que nos dejó esta montaña, Nepal y sus gentes. Volveremos…